viernes, 28 de mayo de 2010

Carta de Juan Pablo II a los artistas: la especial vocación del artista

fragmento


No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra.
Es importante entender la distinción, pero también la conexión, entre estas dos facetas de la actividad humana. La distinción es evidente. En efecto, una cosa es la disposición por la cual el ser humano es autor de sus propios actos y responsable de su valor moral, y otra la disposición por la cual es artista y sabe actuar según las exigencias del arte, acogiendo con fidelidad sus
dictámenes específicos. Por eso el artista es capaz de producir objetos, pero esto, de por sí, nada dice aún de sus disposiciones morales. En efecto, en este caso, no se trata de realizarse uno mismo, de formar la propia personalidad, sino solamente de poner en acto las capacidades operativas, dando forma estética a las ideas concebidas en la mente.
Pero si la distinción es fundamental, no lo es menos la conexión entre estas dos disposiciones, la moral y la artística. Éstas se condicionan profundamente de modo recíproco. En efecto, al modelar una obra el artista se expresa a sí mismo hasta el punto de que su producción es un reflejo singular de su mismo ser, de lo que él es y de cómo es. Esto se confirma en la historia de la humanidad, pues el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y se comunica con los otros.
La historia del arte, por ello, no es sólo historia de las obras, sino también de los hombres. Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura.

6 comentarios:

Claudia Pérez Nelson dijo...

Cuando Juan Pablo II señala "no todos están llamados a ser artistas" trata un punto controversial de lo que para muchos significa poseer o no el don del arte dentro de sí: cuando se está "llamado" a algo, se tiene más un impulso que una idea clara. "Por medio de las obras realizadas, el artista habla" dice él. Comparto este concepto de arte y artista, del arte como necesidad; del artista como poseedor del don creador de Dios. Vuelvo a enfatizar la idea de que una obra es más que mensaje y planificación. Como todo hombre ignora parte de su ser, el artista ignora su obra, o parte de ella, pues de él ha nacido. Por eso, a mi juicio, mientras menos planificada en términos de concepto, sea una obra, más genuina es. Y mientras más genuina, más original y nueva. Cada persona es única e irrepetible: si nos dejamos guiar por lo que somos en el arte, por seguro y sin querer crearemos algo único. Lo dificil es olvidarse de lo ya creado; de lo aprendido en base a la experiencia de otros artistas, y del sin fin de normas y convencionalidades que en materia de arte se han dictado. Pero... nada se pierde con intentar.

Graciano dijo...

Claudia,
Ante todo, aprovecho esta entrada en tu blog para agradecer a tu paisano y excelente pintor, Claudio Urzúa Vial, por darme a conocer esta carta hace unos años. Claudio, muchas gracias, lo que Juan Pablo II decía en en ella me ha ayudado a levantar el ánimo en muchas ocasiones. Es más, en alguna de mis exposiciones la he utilizado como presentación recordando este párrafo:
" Todos los artistas tienen en común la experiencia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplandor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu".

Anónimo dijo...

Haces clases de pintura ?
No concibo cómo alguien siendo autodidacta, pueda dar clases de pintura .

Claudia Pérez Nelson dijo...

Soy autodidacta pero se pintar. Llevo trece años pintando (me suena a "práctica") Y eso enseño: lo que he practicado por trece años. Lo que yo no concibo es ,por ejemplo, que alguien estudie en la Academia de Bellas Artes porque no encuentra su vocación, o que un crítico de arte ni siquiera pinte y se atreva a juzgar a un pintor. Con tu comentario estás afirmando que las capacidades las da un certificado. Yo no necesito certificados, ni Escuela de Arte que respalde mi conocimiento. Conozco la pintura porque vivo con ella, no porque la estudio.

Graciano dijo...

Estoy en contra del significado etimológico de la palabra “autodidacta” como “maestro de uno mismo”. Creo que, en pintura, si llegamos a adquirir la suficiente sensibilidad y tenemos verdaderos deseos de aprender, se puede llegar a ser “multididacta”. Cuando me preguntan que quienes han sido mis maestros, por supuesto que cito agradecido a los maestros-amigos que me enseñaron a coger un pincel. Pero mis verdaderos maestros han sido y seguiran siendo cientos: desde el decorador anónimo en las cuevas prehistóricas de Altamira, en el antiguo Egipto, en Grecia o en China a Rothko, Mondrian o Kandinsky pasando por Leonardo, El Greco, Velázquez, Pollock, Rubens, Goya, Van Gogh, Turner, Monet, Zurbarán,Vazquez Díaz, Escher, Zuloaga, Hopper…
Me niego a aceptar que exista un método específico, científico y automático para llegar a ser pintor. Y si existiese: ¿quén de los grandes pintores de la historia se atrevería a ser el único maestro?, Y si alguno se atreviera, ¿qué razones me daría para preferirle?. No, yo quiero aprender de todos. Y en cuanto a la técnica, tal vez me pueda resultar tan útil observar cómo se pinta un automóvil en un taller como el
aprender diseño informático. Lo fundamental será saber exactamente qué es lo que quiero conseguir, el cómo hacerlo dependerá del esfuerzo que yo pueda desarrollar para aprender de todos mirando, preguntando, investigando y probando. Cada cuadro que yo mire en un museo o una galería ha de ser una lección, un maestro está dentro de él.

Claudia Pérez Nelson dijo...

Coincido contigo Graciano en que un pintor aprende de muchos maestros. Quizás lo de "auto" sea aplicable al hecho de que sea uno mismo el que busque esas otras fuentes de conocimiento. Pero a lo que apuntaba mi respuesta es a lo siguiente: yo no se más de Monet porque en la Academia de Artes me lo hayan enseñado, ni se más de alguna técnica de pintura porque haya asistido a una clase que respalde mi conocimiento. La sabiduría en cualquier área la da la práctica y estudio constantes (en cuanto a eso retiro la última frase de mi anterior comentario: yo he estudiado la pintura y "vivo con ella", pero que nadie me haya guiado en ese estudio no me hace más ni menos sabia). Yo, como tú Graciano, también quiero aprender de todo aquel que pueda; y a la vez quiero descubrir por mi misma, a través de errores y rectificación, qué es lo mejor para mí en pintura. Esas conclusiones son lo que enseño, ya sea que lo sepa por haber observado a los grandes maestros o que lo haya concluido de mi propio trabajo. Otros artistas pintarán de un modo totalmente opuesto. No importa realmente: Turner no pintó como pintó Freud, ni éste como Rembrandt , pero a su modo cada cual desarrolló una buena técnica, y eso busca un pintor.