miércoles, 14 de abril de 2010

El Ojo

(por Khalil Gibran)

Dijo el Ojo un día:
- Veo más allá de estos valles una montaña velada por una niebla azul. ¿Verdad que es hermosa?
El oido se puso a escuchar, y después de haber escuchado atentamente durante un tiempo, dijo:
- Pero ¿dónde está esa montaña? ¡Yo no la oigo!
Entonces habló la mano y dijo:
- En vano trato de palparla; no encuentro montaña alguna.
La nariz dijo:
-No hay ninguna montaña. No puedo olerla.
Entonces el Ojo se volvió hacia otro lado, y todos comenzaron a discutir la extraña alucinación del Ojo. Y decían:
- A este Ojo debe pasarle algo.

2 comentarios:

Graciano dijo...

Un precioso cuento, Claudia
En lenguaje coloquial, llamamos visión al complejo funcionamiento de unas células fotosensibles que, en nuestras retinas, captan energía luminosa para transmitirla al cerebro.
Pero recordando aquellos versos de Campoamor:
"nada es verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira"
quisiera decir que, para mí, la visión significa mucho más que la simple detección de formas y colores, que es el vehículo perfecto para la recepción y transmisión de sensaciones.
A veces, en elucubraciones morbosas, pienso en cómo podría seguir pintando en caso de quedarme ciego. Podría utilizar diferentes granulados que mezclaría con los colores de mi paleta: el blanco de plata con pequeñas bolitas de cristal, el bermellón con polvo de marmol, el azul cobalto con perdigones de plomo,... y los utilizaría con los dedos, sustituyendo el tacto directo por los pinceles. O tal vez podría usar diferentes perfumes para añadir a los colores. Luego tendría que aprender a mezclar texturas u olores hasta conseguir el tacto o el perfume que me permitiesen "ver" la obra.
Pero... ¿y si me quedase manco además de ciego?. ¿y si perdiese el olfato?, Podré buscar alguna solución a través del gusto, o del oido...
¿Y si me quedase paralítico, postrado en cama, ciego, sin olfato, sin oido, sin gusto...?.
Podría seguir pintando. Unicamente necesitaría estar vivo y no perder la capacidad para soñar.

Claudia Pérez Nelson dijo...

Esas elucubraciones también han tenido lugar en mí. Incluso he pensado en qué preferiría perder: ¿Manos u ojos? ¿Y si fuese la movilidad por completo ? Hace pensar en la fortaleza que debe tener aquel que lo pierde todo. Y también en la fortuna que es poseer todos estos sentidos (y tener, por tanto, con relativa facilidad la posibilidad de dejar algo nuestro en la historia, por insignficante que sea) . Me es inevitable pensar en Beethoven, que compuso sordo. A partir de su vida y obra extraigo una conclusión esperanzadora: que mientras no se pierda la razón todavía existe la posibilidad de crear.